Luanco y el Cabo de Peñas en Asturias

Luanco

Creo que ponerse a hablar del verde y el mar de Asturias sería un poco de perogrullo, ¿verdad?. Lo que interesa es descubrir nuevos lugares, aunque sean bastante conocidos, hacer alguna ruta a orillas de la costa asturiana para así disfrutar de la fuerza omnipresente de sus olas y el rugido de los colores de la naturaleza.

En esta Costa Verde que le llaman hay un lugar especial que a mí siempre me ha llamado mucho la atención. Se trata del Cabo de Peñas, situado a unos treinta kilómetros al oeste de Gijón, muy cerquita de Luanco. Es el típico paisaje de películas y acantilados, el punto más septentrional de la costa cantábrica.

Cuando descubro a lo lejos la silueta de su faro de mediados del siglo XIX, sé que me queda muy poco para saborear uno de los balcones más sublimes de la naturaleza. Suelo llegar precisamente desde Luanco, capital del concejo de Gozón, un pequeño pueblo típicamente pesquero en el que me alojo siempre que vengo por estos lares.

Luanco es tranquilo, apacible, lleno de ese tipismo y ese encanto que te hace la vida sugerente durante unos días. En verano está quizás un poco masificado, especialmente la zona del puerto. Pero, un poco antes, o un poco después, cuando los turistas planifican venir o rememoran su estampa, es un rincón delicioso.

Pasear por sus pequeñas callejuelas, llevado por el bisbiseo fresco de la brisa del mar, visitar la Iglesia de Santa María, del siglo XVIII, o el Palacio de los Menéndez de Pola, del XVII, poner en hora mi reloj cada tarde, con la vista puesta en la Torre del Reloj del siglo XVIII, y, cómo no, hacer cientos de fotos de los detalles de su puerto…

Y, lógicamente, la excursión al Cabo de Peñas, apenas a diez kilómetros de Luanco. No hay pérdida porque, nada más salir del pueblo, ya tenemos indicaciones hacia el cabo. El faro de este cabo es el más importante de la costa asturiana. Os recomiendo venir en un día despejado, para tener unas vistas francamente memorables. Y, por supuesto, los amaneceres y atardeceres…

Todo el cabo está declarado espacio protegido, ya que hay muchas especies de aves marinas, e incluso una comunidad interesante de halcones peregrinos, que viven principalmente en los acantilados del cabo, que miden entre noventa y cien metros de altura. Si tenéis suerte, a veces entre las aguas se pueden ver delfines, y, rara vez, hasta cachalotes.

Y es que el Cabo de Peñas es uno de esos lugares que, como siempre digo, nunca está solo. Sea la época del año que sea, siempre hay gente a su alrededor disfrutando del paisaje. Allí tenéis incluso un bar y un restaurante, para poder pasar incluso un día en la zona. Merece la pena perderse por algunos rincones de la Costa Verde asturiana, ¿verdad?.

Foto Vía Canal Mar

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Categorias: Costa Verde

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